jueves, 23 de octubre de 2008

Catarsis I

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Bailando un tango y pisoteando el polvo de la tierra, volaban las partículas del fragor del mundo, el universo estaba quieto, expectante, observando la pareja bailar de aquí para allá, el baile tan vehemente como nunca nadie había visto nunca, sus cuerpos frotando y las brasas surgiendo desde el abdomen, rojo carmín su vestido, negro colorada su chaqueta, su pelo enrejillado apretaba la piel de su rostro, era de porcelana, brillando aceite de canela demolida y se cocinaba, se veía el fulgor de esa pasión innata, eran el uno para el otro, la medula podría verse temblar a partir del violín llorando a sus pies, el contrabajo pintando ocres rojizos al rededor de las caderas, y el acordeón respirando por ellos, exhausto del tabaco, exhausto del amor, del ataque, de la muerte devenida, ah! sacadas de los ojos paranoicos de quienes los veían danzar al son de cuatro octavos, ya no era música, era ambiente y prospectiva, de aquí, de allá, de norte, de sur, al albor del siroco hirviendo la sangre del aire, levantando en diagonal estocada su vuelo al empíreo durazno cerúleo, al infinito, al océano de maquileas agudas, desequilibrando al río de sus manos, torrente de acido al cobre, el de terciopelo resbalando por las suelas del zapato del hombre dibujando una obra maestra, llorando y desencadenando una cuerda, frotando y prendiéndose fuego de a poco, el piso era un tizón de remolinos fulgurantes, la ceniza escogía otro lugar, se iba del calor, se iba, ese fin no vislumbraba a ser vida nunca más, de ese fulgor no se esperaba mas que una muerte progresiva, el viento espiralado los consumía de a poco, y se observaba en sus caras lo confortante de su elección, junto a sus gestos derretidos de cera cúrcuma destilada al calor del sol de verano, detallaban el epitafio mas bello, jamás antes escuchado, detallaban un final, un tiempo, un segundo, su vuelo, su brama... los vellos al ombligo enraizados, su punto mas hondo en lo mas elevado, y no se veía placer, se veía un ser, un solo ser en sinestesia con la vida... la poesía vacía en una sonata de lagrimas, cristalinas, hirviendo el piso, socavando las entrañas de su origen, escudriñando el magma de aquellos cuerpos enardecidos, al son de un tango; la picardía de un diablo.
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1 comentario:

juegodeluces dijo...

Solo puedo decir...que ganas de bailar un tango que me dieron!...
Muy acabado lo que escribiste, definitivamente incita algo más que a la razón. Combinas muy bien los nomos y las sensaciones.
Muy lindo!
Saluditos.
María José.