sábado, 11 de octubre de 2008

Los Prolíficos: relato poético a la sombra de un manzano.

La tierra trémula temblaba de miedo fugaz al ver que nosotros, el ilusóvoro canival de las espirales y yo, su compañero amorfo -mancha solar de acuarela en la luna-, pisabamos su trigueña piel suave, dejando en ella rastros lánguidos de esperanza, como el camino espía de una babosa en la limadura del hierro; ante su pulcritud sembrabamos nubes moradas, cubiertas de lo que será dentro de poco el alimento degenerador de sus bestias humanas, cosechabamos sus frutos al paso, los devorábamos y tal como animales escupiamos con desdén sus ácidos gustos dulces. Oh, pero la tierra si se defendía con sus garras asperas, nos consumia por dentro mientras nosotros la atacabamos por fuera, de la superficie brotaban sus defensas, como pequeñas plantas enredaderas que nos envolvian de a poco los pies, y las piernas, intentaban llegar al abdomen, pero no podían, el agujero que se dilataba desde nuestros ombligos corroía como mechas los dedos de vida que querían nuestra muerte para al fin, convertirnos tambien en una de sus bestias humanas, a su vez, aceleraba unas cuantas gestaciones para llamar nuestra atencion y así con mas facilidad enredarnos... pero mi compañero tenía en su bolsa una luz, que apoyabamos en algún poro, y el resplandor que nos regalaban sus rayos actuaba como un hipnotizante para los pequeños hombres, que tranquilos salían de sus refugios en las cavernas, y de las colmenas tejidas de alguna mano esqueletica que crecía como un arbol en ciertas regiones... los pequeños se acercaban, y se sentaban como bobos a ver la luz, y es cuando aprovechabamos y los comíamos, como Júpiter a sus hijos, primero una mitad irregular de sus craneos, y dejabamos desangrar un poco, pues era divertido ver sus cuerpecitos (aún atraidos por nuestra luz) bailando al ritmo de su vida marchitandose, moviendo sus brazos y piernas descabelladas, como lombrices, como las ramas de un arbol flaco a merced de un huracán; y cuando dejaban de moverse procedíamos por comer su torso, luego un pedazo de pierna, y finalmente las canillas, que siempre quedaban moviendose un poco, las tragabamos como pastillas para sentir el cosquilleo de su apogeo en nuestros estómagos, nos daban una gracia final para reir.Luego de nuestro festín continuabamos esparciendo nuestras semillas por el sendero que creabamos a cada paso, a pesar de nuestra consciencia, sabiamos que un paso hacia adelante era uno mas largo hacia atras, pues la tierra tenía su as bajo la manga, su extensión no era infinita como lo pensaba mi compañero.Entonces, un día llegamos al final, que era donde comenzamos nuestro camino, y logramos vivir unos minutos solares contemplando nuestro salvajismo y viendo las bestias humanas degeneradas, las muy ingratas construyendo castillos, en la tierra y en el aire, aquellos castillos que justificaron nuestra misión, y por supuesto no se conformaban con las ilusiones, por lo que igualmente se volvieron canivales entre ellos, asaban los cuerpos de sus muertos al fuego y los degustaban en ritos y fiestas descontroladas, el despilfarro de neuronas nos aluciban en sus parrillas, entonces se atrevieron a la muerte de mi amigo, tomandolo con las enredaderas de sus tobillos, luego de sus piernas y aprendieron a sujetar sus manos, tirandolo al suelo y golpeando sus cabeza con ramas y piedras, con huesos y con brasas... lo ejecutaron introduciendo los tizones en el agujero de su obligo, que se contrajo, supurando explosivamente sus entrañas en globos de membranas abrillantadas, el interior de mi amigo estaba destruido, y ahora su ombligo estaba despedazado -incluso algunos hombres ya habian tomado pedazos para asarlos y comerlos- y de a poco, los ojos de mi compañero comenzaron a cerrarse, a desorbitarse, y culminó por gritar dolor en sus venas; mi compañero fue muerto de una manera escabrosa, como la piel de la tierra que nos venía advirtiendo venganza...Por mi suerte no pudieron atraparme, yo pude saltar del lomo de mi amigo antes que estos engendros le pusieran fin a su vida, es por eso que puedo estar contandoles esto, mi ingenuidad me llevó a caer unos metros atras, en el limite de la partida, hice unos pasos atrás para encontrarlos a ustedes, ahora no tengo luces para comerlos, pueden confiar en mí... Mirad la tierra anaranjada! teñida por el alba amarillento y las nubes ensangrentadas!. mirad el calor que deprenden! mirad! estan germinando! deben esparcir la voz antes de que se esparza el terreno de las bestias! ahora vayan, hablen, conformen una asamblea, aunque no crean, esto es verdad, solo que yo... nosotros..., los creadores de aquella miseria, somos los unicos que podiamos ver nuestra creacion, mas allá de aquella marca esta la vida mustia ¡no caminen mas allá! retrocedan!. Vayan ahora! ahora! vayan a combatir las bestias!, formen sus ejercitos!, impregnen la tierra de sangre!, Vayan!...

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