viernes, 2 de agosto de 2013

Tenlo en tus anotaciones más presentes...



Por lo menos antes de "guardar" "vista previa".
Aquí podría ir uno, o dos, o más enlaces en el tiempo real que ha sido anteriormente a todo aquello que no fue "publicar" (con lo que implica semejante contenido, con lo que permanece siempre presente [esta nota en un futuro cercano], siempre desaparecida dentro de la palabra, en la entraña asquerosa del lenguaje retórico), pero no lo irá, pues ya ha sido anteriormente un solo pensamiento, un solo compartir. Mundo virtual, compartir. Mundo físico, especular. Bases inermes, soft, white, alcoba de algodón, little eyes ayer en la tv, hoy chinese violation. Tradición y provocación, una saliva caliente para todos y, por supuesto... (aquí lo que está pensando, lector inerme de cultura tradicionalistisima -sí, mezcla de tradicional y tristísima). Pues no queda otra opción a este servidor que servirse de la tristeza, no poder salir tradicionalmente de una historia conocida. La pobre conclusión que pudo obtener ser mesiánico es que el relato patético, cuando no es estético, o artístico, es una mentira y debe ser repensada desde la tradición histórica de la mente anterior pero a la vez misma. El contenido patético en las entrañas debe irse como materia fecal y ser patético en el lenguaje de lo patético, aquél que esconde bajo si mismo para ser transformación. El que defeca un relato patético sabe que es mentira, y por eso deja que eso afecte a los otros, ya que sabe, honda y concienzudamente, que no volverá a ser jamás eso que defecó. Seguir con el plan.

Del libro esotérico "Visiones holísticas" 

miércoles, 13 de marzo de 2013

jueves, 7 de marzo de 2013

Meandro



La manera en como las hojas se agitan, el verde que se avejenta al sol, el oro del ocaso, el rojo de las ilusiones, la muerte de la pasión, las palabras y los acontecimientos, los pensamientos en el agua, y el plateado de las nubes, viles, macabros.
La asfixia de un saco, el calor de la frente y la transpiración en los labios, la podredumbre y la hipocresía, el hombre, la mujer, la "especie", las pieles y sus jugos, las trompas y los ruidos, las cuerdas y los huesos, la piedra entre las piernas, la membrana entre los dedos... hasta la trilla de las palabras de hojalata fundida fulguran desprendiendo una sombra, hedor torcido, un frío, una grieta pasmando como erecta y sutil, la pasta que alimenta este dolor en el estomago que se digiere como un ácido vomita ultramares, se asfixia en turquesas, deshecho de un fenómeno, de una de muchas, de muchas aguas.