sábado, 17 de mayo de 2008

Ídolo nuclear, al ras de la piel de un espíritu encarnado en otro espíritu ciclicamente infinito, y anacronicamente inventado.

Y si no formo parte de su sensibilidad, no tengo un ápice apropiado en la existencia, el todo que me rodea es macabro, todo es fútil y áspero para quien llega a un segundo destino despues de recorrer sus pensamientos de forma maquiavélica para manchar estas hojas nuevamente con las letras de un animo exasperante... Es la vida una miseria, es cenizas de algun ocaso, o es lo que nos circunscribe una gran flatulencia de altruismos antitéticos, o la mezquindad de nuestros espejos, de nuestra sangre dogmática, y para qué rogar templanza, para que rogar comprension, si el contacto con los otros se vuelve un tedio repetitivo, el moral es mío o es de aquello, es moral lo que los beneficia, y luchar contra esto se vuelve en particular estéril, infructuoso, un agot inaudible de mostruos oscuros, perversos de cadencias, sincopas del corazon caldeado por la ansiedad ácida que corróe efervescente en las nieblas de nuestras retinas. La templanza de esta manera se convierte en frugalidad, en cinrcunspección de actos fallidos sino frustrados, ya sea por el mismo acto de escribir, como si fuese el viento el que guia mis manos. Es casi imposible la no paranoia -sin tener que justificarse-, si soy ageno a sus discusiones, a su beneplacente castidad e imprudencia, como un asesino dentro de la caja de muñecas.
Y no sirve de nada esto, no me sirve de nada escribir frente a quienes quieren invadir mi curiosidad, a los que husmean en mis sentimientos, a quienes hacen de mí, un saco inservible, una pasta de rumeantes, lista para la transustanciación, para un final mórbido, que cierran con flores de mi propia existencia. Soy una frustración de inutilidad, insisto, o la vida esta condicionada por las circunstancias misticas que le atribuyo, o el altruismo es pereza, o es indiferencia socialmente beneficiosa que se convierte en obra lírica al terminar siendo una incomprendida perorata para aquellos que sacrifiquen sus oidos al escuchar los lamentos de quien siente furia de sus recuerdos, de su existencia. Hay!, si la rutina acabara por tomar mi consciencia justo antes de consumirla en una boca-nada de aire contaminado y pestilente de incomprensión-indiferencia, comprensión-indiferente, necesidades reprimidas por amor propio; en este ambiente improductivo de pura retórica manuscrita, la risa es satisfacción, y el autoabandono es disparidad.
Hacer una autocrítica es buscar la panacea de la frustración... llegar a querer ser alguien tiene sentido cuando se siente que la tarea está cumplida solo en la necesidad instatisfecha de la imaginación.

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