martes, 26 de mayo de 2009

La mancha (en mi Mim dim)

11 de Primavera mensual: once de primavera mensual y todavía no conocía el arte de respirar. Luego de estar masticando una sombra para tratar de encontrarle un agujero y así conocer el punto tan ansiado de luz, se resignó y cargó la suya por encima de sus hombros, comenzó a caminar vagando en un semicírculo plateado que marcaba el suelo y escupía cuando llegaba a los extremos para terminar de formar la redondez de su camino.
La saliva era negra, mas era la sombra que degustaba en su principio y quería ilusionar así que lo plateado era la luciernaga muerta-viva que tanto esperaba saber. En vez, era una oclusión que reflejaba la sombra de un mundo y la aureola que dejaba ver una lente sin enfocar su fuente. Un semicírculo era lo que notaba en su camino. Una redondez oscura para completar su destino.
Su destino era sui generis.

El destino era la mitad de su realidad y 3/4 parte de su virtualidad, 1/4 parte de fantasía y cuatro medios de solemnidad mediocre. La suma de ocho octavos de pundonor fallido y la resta de todo por un semicírculo policromático.

Una melodía con cadenas de esclavitud y burbujas resbalosas rebotando entre ellas, creciendo al horizonte, o cayendo su mirada.

53 de Primavera. Mensual: Al fin. Despues de escupir 285 vueltas al fin terminó su camino. No contento, al terminar su círculo se obsesionó con la fecha sumada en sus partes. y así empezó otro vaivén hasta pensar infinita la espiral que iba forjando.

1º día despues de la Muerte: Distraído, de reojo. "Hostil o enfadado" con las comillas. El día despues de la Muerte traía consigo muchos kilos en verduras, y en sí un paisaje dibujado, mirad a lo lejos. "Naturaleza muerta: tres modelos vivos sin antebrazos y dos lamebotas eufóricos en una posición incomoda".

Día 4035 después de la Muerte: Demasiado adornado ya y con persistencia logró la fecha en que decidió dar muerte a su muerte. Caminaba y al completar su proximo círculo ahora tres semicírculos negros y una aureola semicircular plateada, pero nada para masticar y sin sombra por sombre sus hombros. Se fué al otro planeta cayendo por la intersección de todo, pues el tiempo de a poco retrasaba uno o adelantaba otro; tan solo se tropezó con los puntos donde veía la mancha negra que se esparcía como cancer en sus pies. Solo se tropezó, como el mono de Mico Raulli y su historia conmovedora. Le caían sus ojos, se le agrandaba el horizonte, se hacia el cielo pequeño y un cuadro espantoso le pegaba con un hacha por detrás de su nuca.

No, Leía, era un impostor. Leía, era un león empastado de sangre. La pera verde, era amarillo açulado. Leía, el impostor... era una mancha.

1 comentario:

Burdelita dijo...

saludos! la verdad hace falta chocolate, pero prefiero el cross de tu texto, saudades