domingo, 15 de marzo de 2009

Ya tiene que salir

Otoños de sangre enfermiza caen de los cielos guardados por un angel fausto de cejas abiertas y fosas apretadas, celando las pompas de algodon impregado de pestes con pus rasgada de su piel-tejido infectada de vanidad, miasma diluviando la superficie de su cuerpo empalado por huestes inicuas que pesan el aire sobre su cuello y espesan la respiracion a cada segundo de muerte que segrega la existencia de la tierra sedienta y ansiosa por libertad reprimida, represora al roze de los dedos extendidos y relajados corriendo de un punto corrupto a un punto noble para provocar un jadeo-efluvio de vuelo hormonal; a cada paso, a cada caso, por una pisada con una rendicion, a una pisada de la victoria y a una mirada caduca en la trasparencia de las aguas, se pierden los pies, se hunden los tobillos y se ahoga el ocaso del hombre atravesando su rio sobre su cruz. Oh, pequeño niño erguido sopesando tu condena, pobre tu columna cada vez mas lejos de tu cuerpo, pobre tu flor cada vez mas cerca de tu luz, pobre tu luz de rosas amarillas encendidas al ruido ensordecedor de un vals afligido, tal vez lúgubre en su ambición por convertirse en orquesta sorda en el tacto al insomnio, su música vertida en magnificente cadalso ácueo con maroma gastada perfumadas de jade espeso...

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